Abril 2012 by Kitos
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Hace años que conozco Trujillo y siempre que puedo subo hasta su castillo (o alcazaba, en árabe) aunque esté cerrado por cuestiones de horarios. Leo sobre su historia una vez más y callo como siempre. La mente está aletargada en el sopor del mediodía y aún no sé si el grupo de monolitos aledaño a la alcazaba pertenece a periodos neolíticos o a modernas conmemoraciones históricas, pues en uno de los grandes pedrolos aparece una inscripción, una dedicatoria a Francisca Pizarro Yupanqui.
Mestizaje en la conquista de Perú y unión de arquitecturas en la cumbre del berrocal trujillano. Sí al menos hubiera un atisbo de semejanzas con los modelos de construcción incas lo entendería, al menos un signo de evocación a la cultura materna de Doña Francisquita hubiera sido suficiente para contextualizar el monumento con la conmemorada. Hubiera bastado con un muro de rompecabezas (estilo "tetris", ver Sacsayhuaman, ver Machu Pichu) o con una Viracocha, por ejemplo. Claro que sería complicarse la vida y aumentar los presupuestos de la obra. Pero así, tal cual y a pelo, puede crear algunas confusiones, por lo que me parece una referencia poco acertada. A no ser que la noble ciudad de Trujillo hubiese elegido esas desnudas piedras, características de su berrocal, como seña de identidad para honrar a la primera mestiza, Panchita Pizarro, como se la conoce en su Jauja natal.
Perdonen si les parezco tiquismiquis: en éstas cuestiones sí que lo soy, faltaría más. Eso sí, el conjunto de piedras con el castillo al lado me parece del todo magnánimo. Y es que los monolitos han sido siempre monumentos conmemorativos muy efectivos. Tal es el poder de lo sencillo. Y así finalizo y me ahorro la lectura final, no vaya a tocar el tema de los conquistadores y entonces sí que no acabamos.
Mestizaje en la conquista de Perú y unión de arquitecturas en la cumbre del berrocal trujillano. Sí al menos hubiera un atisbo de semejanzas con los modelos de construcción incas lo entendería, al menos un signo de evocación a la cultura materna de Doña Francisquita hubiera sido suficiente para contextualizar el monumento con la conmemorada. Hubiera bastado con un muro de rompecabezas (estilo "tetris", ver Sacsayhuaman, ver Machu Pichu) o con una Viracocha, por ejemplo. Claro que sería complicarse la vida y aumentar los presupuestos de la obra. Pero así, tal cual y a pelo, puede crear algunas confusiones, por lo que me parece una referencia poco acertada. A no ser que la noble ciudad de Trujillo hubiese elegido esas desnudas piedras, características de su berrocal, como seña de identidad para honrar a la primera mestiza, Panchita Pizarro, como se la conoce en su Jauja natal.
Perdonen si les parezco tiquismiquis: en éstas cuestiones sí que lo soy, faltaría más. Eso sí, el conjunto de piedras con el castillo al lado me parece del todo magnánimo. Y es que los monolitos han sido siempre monumentos conmemorativos muy efectivos. Tal es el poder de lo sencillo. Y así finalizo y me ahorro la lectura final, no vaya a tocar el tema de los conquistadores y entonces sí que no acabamos.
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